Cuentos de oficinas y paranoicos

22 Nov

por Damián Ríos


 

Luz negra es el primer libro de Christian Broemmel. Publicado en una cuidada edición de Pánico el pánico, Luz negra está compuesto por cuatro cuentos, todos muy bien escritos y uno de ellos más bien largo, casi una nouvelle.

El primero, que se titula con la letra “N”, es casi un ejercicio de estilo dedicado a las peripecias de un texto y su escritor, algo así como los acordes de un músico antes de empezar su presentación. Es una puerta de entrada al libro que sigue con “El verdadero arte”: un empleado sube las escaleras hacia las oficinas de El gran jefe. Broemmel es muy agudo en sus descripciones que siempre parecen narradas, e incluso narra con imágenes;  por ejemplo, todo el relato narra la reunión en la aséptica oficina de El gran jefe, sin embargo presidida “en el medio de ese rígido valle de blancos, plateados y más blancos, y todo muy mínimo mínimo, se alzaba epifánico un ano bien sonrosado, de proporciones murales”. “El verdadero arte” discute la idea de arte pero no la teoriza, la narra. En “Alaska”, el tercer cuento del libro, se narra la vida de un oficinista que pide un ascenso y toma café. ¿Qué otra cosas se puede hacer en una oficina?, pareciera preguntarnos el cuento. Pero de a poco todo se va volviendo extraño.

Broemmel suele ambientar sus relatos en oficinas y cortar la tensión que se respira en esos ambientes con un dato apenas fantástico o delirante, pero siempre verosímil, o más bien que a veces funciona como fantástico y a veces no, como en los buenos relatos fantásticos en los que las cosas no son lo que parecen ni parecen lo que son, aunque siempre terminando siendo material para una ficción. Broemmel presenta, desarrolla, imagina, llena sus relatos de observaciones agudas y las narraciones avanzan con fluidez hacia el final o desenlace, siempre suaves y respondiendo a las leyes, autónomas, que inventa para cada relato. Con esas herramientas encara “El hombre diferido”, el más largo y ambicioso relato del libro. En este relato, se intenta demostrar que todos somos paranoicos salvo el narrador, que a menudo es el personaje principal. El relato exige locaciones comunes: un departamento, un supermercado, un negocio de electrodomésticos, una clínica, la oficina y finalmente la calle, o sobre todo, la calle. “El hombre diferido” es un relato enmarcado en otro, aunque al final de su lectura uno podría hacerse la pregunta de qué relato enmarca a cuál. Algo le deben a los cuentos de Philip Dick, “El hombre diferido” y Christian Broemmel. En todo caso, el relato empieza en el subte, en hora pico: el lugar y el momento ideales para los paranoicos. Un hombre con aliento a café desencadena la historia que a medida que avanza, crece en tensión y en elementos, y narra, digamos, una caída en cámara lenta desde la altura que pueda alcanzar un pobre oficinista, que no será mucha pero que provoca una caída al fin. En uno de los relatos, “Volubilidad”, de El fin de lo mismo, Marcelo Cohen postula que en las sociedades poscapitalistas progresan aquellos que tienden a quedarse quietos y a la inversa, aquellos que le dan curso a sus inquietudes, tienden a desbarrancarse: esa es la peripecia de Prieto, el protagonista que a veces es narrador, a la que está dedicada “El hombre diferido”.

Broemmel conoce el arte de estructurar, crear climas, imaginar y pergeñar frases memorables; conoce, también, los secretos de tramar. Con formación de cineasta, Broemmel se aleja del arte que aburre a millones de parejas en la oscuridad de sus cuartos o a grupos de amigos que hacen cola en Festivales, porque le urge menos compaginar producciones, sonidistas y actores que urdir frases inteligentes, lindas, y palabras bonitas en tramas atractivas; y también porque es más barato. Escaso de presupuesto, pero rico en imaginación, hasta ahora el resultado parcial de sus intentos lo tenemos en algún cuento publicado en una antología temática y en Luz negra, el libro de Broemmel que no va a ser el último.

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Luz negra

Christian Broemmel

Pánico el pánico

2011

2 respuestas to “Cuentos de oficinas y paranoicos”

  1. Lujan Garay Carlson noviembre 22, 2011 a 5:30 pm #

    Ya mismo compro «Luz Negra»! Me encantó la crítica.

  2. Ariel Giménez noviembre 16, 2012 a 3:17 pm #

    EXCELENTE libro. Muy recomendable.

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