por Alicia Genovese*
Unos pocos poemas, seis para ser exactos, ubican y narran de la manera en que la poesía puede hacerlo, una escena de amor. Con diferentes protagonistas, frente a diferentes situaciones, una escena de amor se abre paso por un corredor fantástico hecho de deseo por el otro y necesidad de que lo real sea una aventura: de que lo real pueda ensoñarse fuera de los límites de una habitación, de una mirada o de un roce y que recorra paisajes y geografías que la realidad no se recorren más que con las palabras. Una escena de amor cada vez, narrada por un poeta exquisito que traza cada verso como una pincelada única, con su textura de oficio y de materia deseante. Una voz poética que en estos textos hace de la forma narrativa su emisaria subjetiva, una escena siempre ligeramente curvada en el desprendimiento de lo anecdótico, proyectada fuera de lo explícito.
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