por Mariana Catalin
Cuando leí la primera frase de Vida y obra. Otra vuelta al giro autobiográfico sentí cierto temor. La frase en cuestión es la siguiente: “Debe tener razón María Moreno cuando asegura que lo autobiográfico siempre estuvo de moda”. Ya sé que puede ser risible sentir “algo” frente a un libro de crítica literaria. Pero sucedió. El subtítulo anuncia este último libro de Alberto Giordano como una “vuelta” sobre el “giro autobiográfico” y temí por el carácter de esa vuelta. Mi temor era que este libro produjera una operación crítica que no iba a poder dejar de leer en términos de claudicación o, incluso peor, de “avivada crítica”. Lo voy a decir a través de una oposición que Giordano introduce en el anteúltimo ensayo del libro y que refiere a Giorgio Agamben: que se afirmara totalmente la superficialidad de lo actual para atrincherarse en la comodidad que, para un crítico como Giordano, puede suponer lo contemporáneo. Si para los oponentes críticos que en este caso diseña el prólogo del libro las afirmaciones de Josefina Ludmer sobre la posautonomía de la literatura y el “culturalismo y sus políticas”, la manera en que Agamben piensa lo contemporáneo, podría generar “incomodidad”, eso no ocurre en el caso de Giordano. Es un concepto que se acopla perfectamente al aparato crítico-teórico que el autor ha diseñado a través de los diferentes objetos de los que se ha ocupado y, fundamentalmente, con uno de los elementos centrales de ese aparato, que se pone en juego para hablar del yo: la idea de intimidad (el autor se ha cansado de repetirlo: intimidad no como lo más privado del yo, sino como aquello que distancia a ese yo de sí mismo).